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Exposición
Una de las características más elementales del mundo en el que vivimos es que tanto las naciones como las empresas, las personas, los objetos que consumimos, nuestras acciones y relaciones, nuestros cuerpos y nuestras imágenes forman parte de una vistosa competición. Esta competición nos enfrenta unos con otros, pero también, y sobre todo, nos confronta con un hito, con una marca que nunca llega a satisfacerse, que siempre requiere un poco más en la exigencia de autosuperación.
Aunque el anhelo de mejora y progreso ha sido un motor constante de la modernidad occidental, en el siglo xxi se ha convertido en una nueva corriente imparable que nos ha habituado a medirnos y a compararnos numéricamente con un ideal omnipresente e inalcanzable de mejora que, de tan impuesto desde fuera, llegamos a imponérnoslo desde dentro. A los ojos de los demás y a nuestros propios ojos, queremos lucir más fuertes, más jóvenes, más sanos, más productivos y eficientes, y cada uno de estos atributos lleva consigo una cifra aprendida, un dato que nos define, que nos determina y que nos enciende el deseo de tenerlo que superar. La medida se ha convertido en un dogma.
En este contexto, no es casualidad que el deporte de competición y de masas se haya convertido en uno de los fenómenos sociales más seguidos y aplaudidos. El deporte cruza toda nuestra realidad, es la metáfora perfecta de cómo hemos pasado a entender el mundo, es su causa y su consecuencia. El deporte ondea una bandera que poco a poco pierde los colores nacionales para abrazar los empresariales; el deporte vigoriza y rentabiliza, el deporte premia y castiga. Pero, por encima de todo, el deporte expresa todos estos ideales mediante un conjunto de medidas eficaces. Eficaces porque pueden contabilizarse y compararse objetivamente en una lógica de clasificación: marcadores, cámaras, pulsómetros, sensores térmicos y biométricos, aparatos de monitorización, farmacología y controles antidopaje se orquestan en una composición perfecta de la cultura de la competitividad convertida en espectáculo.
CITISSIMUM ALTISSIMUM FORTISSIMUM es una exposición sobre un fenómeno actual que, pese a atravesarnos radicalmente, se encuentra infrarrepresentado en el mundo del arte: el deporte como síntoma del mundo contemporáneo. A través de la exploración de conceptos como el cuerpo, la medida y el rendimiento, la competitividad, el binarismo y la representación, la exposición pone en diálogo diversas piezas artísticas que, a través del absurdo, la ironía y la deconstrucción, llevan a las últimas consecuencias las manifestaciones del deporte de competición y de masas para hacernos reflexionar sobre cómo, de algún modo, estamos todos inmersos en la misma lógica: todos competimos a través de medidas tendenciosamente objetivables, y todos contribuimos a hacer de ello un espectáculo.
Una producción del Santa Mònica