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Hoy, 24 de octubre, celebramos el Día Internacional contra el Cambio Climático.
En un contexto de emergencia ambiental, social y económica hacen falta visiones alternativas, nuevos enfoques, cambios de paradigma. Por esto en el Santa Mònica hemos incorporado una mirada ecosocial como una de nuestras líneas troncales de programación e investigación, no sólo desde un plano estrictamente teórico, sino también a través de ensayos y prototipos.
Con el objetivo de evaluar la gestión medioambiental del centro, los últimos meses nos hemos estado observando con una “mirada DGQA” con tal de obtener el distintiu de garantia de qualitat ambiental (DGQA), un sistema catalán de etiquetaje ecológico que tiene una categoría específica para espacios culturales y que reconoce aquellos que superan determinados requerimientos de calidad ambiental más allá de los establecidos como obligatorios por la normativa vigente. Este reconocimiento lo otorga el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya para poner en valor la ecoeficiencia y la sostenibilidad ambiental de productos y servicios.
Con el apoyo del Pla C* Cultura pel Clima del ICEC, estamos trabajando herramientas y recursos para facilitar a los colectivos, artistas y personas usuarias del centro la incorporación de buenas prácticas que favorezcan la disminución del impacto ambiental de la actividad y de las instalaciones del equipamiento.
También seguimos impulsando proyectos e iniciativas para reflexionar sobre estas cuestiones. Este verano, Santa Mònica se ofreció como refugio climático y cultural para el vecindario y las personas usuarias del centro, sumándose al proyecto de refugis climàtics #RavalEstiuEducatiu y apostando por convertir la terraza del centro en un espacio verde, confortable y resiliente frente a la emergencia climática con la instalación artística ALPHA, Climate Shelter for Humans and Birds de TAKK.
No obstante, somos conscientes de la contradicción que supone velar por la huella ecológica y mantener abierto un equipamiento con la actividad del Santa Mònica, como quedó demostrado en el proyecto 16/2017 de la artista Joana Moll, que propuso finalmente cerrar el centro una semana para conseguir el objetivo de disminuir el gasto energético del centro.
En esta línea, este año nos hemos cuestionado también sobre la actividad digital del centro y es que cada actividad que hacemos en el entorno digital implica también un peaje medioambiental.
Para ayudarnos a hacer los cálculos hemos colaborado con el proyecto artístico Nephogram de Andrés Galeano, que quiere hacer reflexionar sobre la nube virtual de Internet y el impacto ambiental que tiene en forma de dióxido de carbono, responsable directo del calentamiento global. Con la app Nephogram disponible gratuitamente para Android y también para iOS, hemos podido medir el CO2 de las imágenes que compartimos diariamente en Internet y constatar que cada vez que hacemos servir un móvil o un ordenador, se pone en marcha toda una infraestructura que necesita electricidad para almacenar y transmitir esta información a través de los servidores. Por ejemplo, las imágenes vinculadas a esta publicación han generado 510g de CO2 cada una (2.040g - 2,04kg).
Con todas estas iniciativas tomamos el Santa Mònica como un banco de pruebas a pequeña escala, como un laboratorio institucional donde ensayar estrategias que puedan ampliarse posteriormente en otros ámbitos y en una escala mayor. Todavía queda mucho recorrido para consolidar la visión ambiental, pero esperamos que todo esto contribuya a mejorar la calidad del centro para las personas usuarias y fomentar un uso más ecológico.